EL GRAN EXPERIMENTO
   
 

Si a una persona se la saca de su lugar y familia de origen, se la lleva a otra parte, se la convierte en mercancía para terminar siendo fuerza de trabajo, se le cambia el nombre, se le asigna un dueño… Si resiste, sabe que sus hijos serán propiedad de su dueño y que probablemente se venderán a otros que ejerzan la misma forma extrema de dominación y poder de un ser humano sobre otro, serán personas esclavizadas. Sobre ellas, la fuerza se convertirá en un derecho y la obediencia será su deber.

Cuesta creer que la esclavitud exista desde los albores de la humanidad, desde el mismo nacimiento de los primeros grupos humanos. Y aún más, que se haya producido y siga produciéndose en casi todos como parte constitutiva de sus desarrollos. En el marco actual de nuestra sociedad occidental, habiendo creado La Declaración Universal de los Derechos Humanos por la que deberíamos regir nuestras sociedades, convivimos con una esclavitud nada oculta, al tiempo que la denostamos y reprobamos abiertamente.

¿Cómo puede ser? Miguel Ángel García, con valiente determinación, nos acerca a esta realidad a través de El Gran Experimento, un término que reproduce literalmente el que se empleó en la isla de Mauricio, dominio colonial de Gran Bretaña en 1834, como ensayo para terminar con la esclavitud.

Se trata de un proyecto artístico que lo analiza críticamente trazando el relato de vida de los coolies -que provenían principalmente de India-, personas transportadas por mar a la isla de Mauricio para hacer trabajos forzados sin salario en el cultivo de la caña de azúcar durante varios años a cambio de obtener el estatus de persona libre. El viaje, el trabajo, sus casas y, en suma, el entorno en el que desarrollaban sus vidas, son el núcleo en el que García basa su interés para traer a nuestras conciencias la certitud de que una de las deudas con las que nacemos los seres humanos es reconocer a las personas esclavizadas como personas plenas, algo que no pudieron y no pueden ser durante sus vidas.

Esta exposición es un homenaje a quienes nunca existieron socialmente, un tributo a quienes no existen ahora, y la expresión del deseo de que una herramienta tan poderosa como es el arte sea capaz de hacernos comprender cómo somos.

Isabel Durán, comisaria

 

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